En teoría, la cuarentena iba a durar hasta el 30 de marzo. En una primera prórroga (y que ya estaba prácticamente firmada ese 14 de marzo), lo alargaron hasta el 9 de abril, para alargarlo hasta el 26 de abril. Todavía no está aprobado por el ¿consejo de ministros?, por quien sea que apruebe esto, pero que esto dure hasta el 10 de mayo, ahora mismo, es inevitable.
Mi refugio se desmorona, los cimientos nunca fueron los mismos para las dos partes. Sin nada más que hacer, estoy bien. Al parecer, la terapia que llevé a cabo durante el 2019 ha dado sus frutos y, con todo lo que conlleva esta situación, sonrío diariamente. Lo cuál, por qué negarlo, me llena de orgullo y satisfacción.
Sigo cocinando como si me vida entera girara alrededor de una vitrocerámica y 1m2 de banco donde cortar, preparar, emplatar. Ayer, en mi primer día de vacaciones (se supone que debería estar conociendo, por primera vez, el país con el que compartimos península) cociné "Berenaret de Pasqua", comida típica de Gata. Doramos con aceite, sal, un ajo y ñora dos brazos de conejo (sale tupper!!!) y magro de cerdo. Cuando esté bien doradito, añadimos la alcachofa, tomate y los guisantes. Añadimos agua para que se cueza y, una vez quede poco caldo, añadimos el huevo. Está de muerte, creedme. También pinté unos tarros que me quedaban por terminar, tomé el sol y leí. ¡Hice la compra! Y sí... mañana toca fidefoie :)
Entrené por octavo día consecutivo. Increíble, pero cierto. Y ahora mismo estoy en -4kg en 39 días. No está mal, ¿no? Hoy me he lesionado, pero no quiero escribir sobre eso ahora.
El sábado cumplió años Joshua y el domingo estuve una hora y media hablando con él. Le quiero mucho y me alegra el alma. El jueves cumple años Ester, la sorpresa ya está puesta en marcha. Le va a encantar. El sábado cumple Suyana, otra gran amiga, y los regalos ya están de camino a Donosti.
Hoy me ha llegado una esterilla para poder entrenar como se debe (y volver a intentar unas prácticas buenas de yoga). Sigo esperando más pinturas y un escritorio para empezar a preparar lo que será la oficina más bonita del mundo, o así me la imagino yo. Desde el día uno siento esta casa como mi hogar, pero cada vez se parece mucho más.
Quedan muchos días para recibir un abrazo. Estoy empezando a quedarme sin esperanzas para la celebración de mi próximo 27 cumpleaños. Para el 4 de junio no habrá bares. Pero espero que pueda haber abrazos, sorpresas e ilusiones. Esa esperanza no se pierde.
Hoy ha sido un día raro. Mañana será otro día.
Seguiremos informando, corto y cambio.
Mí
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