Me enamoré con 17 años y lo volví a hacer con 24. Estrepitosamente además. Podría decir que con nefastas consecuencias pero me quedo con el aprendizaje de lo vivido.
Tuve claro que mi vida eran las mates a los 10 y aprendí a hacer el cubo de Rubik a los 18.
El clarinete cayó en mis manos con 9 y fue mi primera compra con 14. A los 10 me lanzaron la pelota de básket. A los 16 lo cambié por siestas que no terminaban.
Mi primer chupito fue con 12, la primera borrachera con 15. La última con 26. C'est la vie.
El pelo se me rizó con 19 años y se me está volviendo a alisar (¿creo?) con 26.
Mi primera locura fue coger el tren con las amigas para ir a Dénia, con 12. Con 25 cerré una etapa donde pillaba aviones totalmente sola con bastante asiduidad. Un años menos me hizo falta para saber que las calvas no entienden de cromosomas XX o XY.
La vergüenza la perdí en la cuna, a una de mis personas favoritas con 25 y a mi primer cuentacuentos con 24.
Empecé a vivir fuera del nido a los 18, conviviendo con dos personas. Pasé a seis con 22, a tres con 23, a uno con 24, volví a tres con 25 y pasé a cero.
Entendí qué es ser tía con 18 recién cumplidos aún sin tener ningún sobrino como tal. Y unas semanas después supe que no era adoptada con 100% de probabilidades.
Aprendí a decir el sonido de la RR con 8 años, con un sonoro "mira mamà, eixe cavall és maRRó". E hice mi primera diapositiva de Power Point a la misma edad.
No cuento mis amigos solo con los dedos de las manos, necesito los de los pies también. Pero entendí que no necesitaba más muy pasados los 20.
También aprendí a los 25 que hay que cuidarse, dedicarse tiempo, mimarse mucho más de lo que creía, y entendí que la salud es siempre lo primero. Cualquier tipo de salud. Física, emocional, mental.
Mi primer muñeco de nieve fue un 2 de marzo, en Dublín, con 24, igual que mi primer ángel en la nieve.
Todas estas cosas y muchas más han hecho que a los 26 no me sienta pequeñita. He aprendido mucho, he cumplido sueños y deseos. Aun así, lo que más me gusta es que me queda tanto camino que ahora sólo hay ganas de más, de saltar al vacío siempre, sin importar qué haya debajo. Y risas, muchas risas, siempre risas.
Mí
Molt interessant les teues reflexions. Pareix mentira que tinguem gent tant interessant al costat del poble.
ResponderEliminarKike De Larouch.
Ala! No havia vist este comentari. Moltes gràcies :)
EliminarEscric poc la veritat... però bueno, de volta en quan em deixe portar.
Si tens un ratet, t'anime a anar llegint el dia a dia de la quarentena d'una gatera a Madrid sola en 50m2, hahahahah
Una abraçada!