jueves, 16 de mayo de 2024

6EQUJ5

Sexo en Nueva York en pantalla y yo sintiéndome Carrie Bradshaw. Podría escribir sobre sexo, sobre recuerdos o imaginaciones, para hacerlo más verosímil... but not today. Se hace tarde y no quiero que un traductor se interponga entre este texto y sus ojos, más marrones que los míos en los que verse reflejada es toda una provocación a la que fui tentada durante demasiado tiempo. Un desafío entre las ganas y el placer de juntarse sin un dedo de por medio que podría haberse vencido así:

"Tardaron una hora en hacer un recorrido de veinte minutos. Se llevaron las pulsaciones a niveles orgásmicos sin sucederse nada de eso, no en la vida real. Las manos fueron dirigidas por la pasión y deseo que sentían uno por el otro… y por el amor que sabían que les crecía por dentro. Sin esconderse dieron rienda suelta. Se cantaban, se miraban, se abrazaban. Iban cogidos de la mano. Era imparable. Dilataron en el tiempo todo lo que pudieron la despedida. Él con la mochila de ella, ella con un trocito de corazón en la funda de su móvil.
En la estación, a unos minutos de que pasara el metro, el único límite que tenían lo estaban llevando al precipicio, sorprende a nadie que se resbalaran."


Llevo un rato pensando haciendo rimas acabadas -ada en mi cabeza sin parar, como todos los participios que aportan el significado de que algo ha finalizado. Acariciada, besada, admirada, recorrida, adulada, mordida, lamida, masajeada, visitada, regalada... No sé a dónde me lleva esto. ¿A dónde quiero llegar? Es como la última bala que queda en la recámara, la gota que colma el vaso, poner toda la leña en el asador, ese último suspiro que nos hace perder 21g. 

Como los últimos 100m de la carrera que te marcaste como meta, el capítulo que te queda del libro que te ha durado una noche, el último alfiler que cabe en el músculo que bombea a ritmos irrisorios cuando duermes o se dispara en mitad de un orgasmo. Ese último esfuerzo en el que, tras disfrutar el camino, ya saboreas el bocata del almuerzo al llegar a cima.


¿Habéis vivido una pasión desmedida digna de adolescente siendo adultos? Ese 6EQUJ5 al verle en pantalla y sentir cómo se eriza la piel. Altamente recomendable cuando te suena el móvil preguntando a qué piso tiene que llamar mientras todos tus sentidos están dirigidos en observarle desde el balcón o cuando las jornadas laborales se reducen 30min entre los olivos. Cuando te pasas días y días y días sin dormir apenas por decir o escribir solo una vez más las ganas que tienes de estar entre sus brazos y besarle. Por cada segundo jamás malgastado en escribir un te quiero. FLORES amigas, flores. Crisantemos blancos, siemprevivas moradas, margaritas amarillas, claveles bicolores rojos y blancos y morados, lirios naranjas. Todo por haber tenido un mal día. El detalle de los que no son detallistas. Soplar velas en un banco dos semanas después. Ese pensar que spotify sabe exactamente qué estás viviendo y te recomienda canciones una detrás de otra. 


Buscar escaleras en cada texto, crear un diccionario de palabras y contraseñas que solo dos personas conocen, recorrerse la piel durante horas, bailar en la cocina, en el salón, en la habitación, en la cama y en el sofá. Dejarse llevar por ese ritmo a lugares jamás visitados. Reír hasta llorar. Llorar hasta reír. Callarse a besos. Fantasear y cumplir. 


Nada recomendable cuando surgen las dudas y los miedos. Pero este texto no va de dudas y miedos. Seguimos.


No sé a dónde me lleva esto pero sí a dónde quiero llegar. A apoyar mi cabeza en la ventana que da a la terraza, mirar al jardín y ver esa escena que no deja de repetirse en mi cabeza. ¿Fantasía? Sí. Pero hablaba hace dos párrafos de fantasear y cumplir. De eso tratan los amores adolescentes que te arrastran como una vorágine a los (casi) 31. Y solo una pregunta: ¿por qué tendría que salir mal si tenemos todos los ingredientes y la receta para que todo salga bien? Hasta la luna y vuelta, dos veces. 







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