jueves, 18 de junio de 2020

Refugio

Día 18 del sexto mes de 2020, ya no cuento dentro de una cuarentena eterna.

Volví a mi refugio. Tres veces. Celebré la entrada en la fase uno, 27 primaveras y a la tercera decidí que no podía volver, aunque un trocito de mí se quedó allí. En cada rincón de esa casa. 

Un poquito en la terraza, en la piscina pinchada, en la mesa de madera medio descompuesta. En la cocina con sus mil cachivaches, en la batidora que solo he utilizado yo, y en los fuegos de gas que solo encendía yo. En el marco que descubrimos que no estaba, en el zócalo que redescubrí que no estaba. En el baño, en el que no dejé mi cepillo de dientes, en la ducha en la que ya no volveré a calentar el agua en invierno. En la habitación, en la cama nueva y en la vieja, la parte derecha. En los tres espejos, en la estantería de metal, en la alfombra verde, en la cómoda que me servía de mesilla. En el salón, en el sofá, en ese sillón que servía de mi armario particular, en el escritorio donde trabajaba con él pasando de rodillas por detrás. En el Chromecast, en la mesa trineo que tantas heridas me ha dejado, en la lámpara a la que tantas veces le he dado... 

La verdad, un trocito de mí se quedó en cada rincón de esa casa, pero lo que quería decir es que se quedó en ÉL. En sus brazos, en sus piernas, en su boca, en su nariz, en sus manos, en su pelo, en sus orejas, en sus caderas, en su espalda, en sus pies, en sus lunares, en cómo me miraban sus ojos.... 62 días dejando huella en mi piel. 

Pasará, como todo en esta vida. 


Curiosea siempre, carinyet

Seguiremos informando, corto y cambio.